A Berni no le gusta ir a la frutería. Porque el frutero es viejo y gruñón. Y tiene unas manos... Y tiene una barba... Y tiene unas espaldas... Con un cuento de elefantes, en el que también hay uno viejo y enorme, al que todos temen, pero que después resulta que es un buenazo, pacífico y simpático, la madre de Berni enseña al niño que las cosas no son siempre como parecen. Que son, casi siempre, distinto de como se piensa.
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