A Gregorio no le gusta estudiar. Le gusta trabajar con sus manos. Por eso se refugia en el taller con su abuelo, el único que le comprende. Sin embargo, cuando lo expulsan del colegio, su mundo empieza a tambalearse... Ha llegado el momento de aceptar que tiene que madurar.
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Tomi tenía una abuela y una bisabuela y las quería muchísimo. Las llamaba abuela de arriba y abuela de abajo. Pero llegó un día, cuando Tomi creció, que las dos fueron abuela de arriba.
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Una tarde, antes de acabar la clase, la señorita Laura encargó a sus alumnos que preparasen un trabajo para el día siguiente: una redacción sobre su abuela; o sobre sus abuelas, los que tuviesen más de una. Isa se quedó pensando. Isa tenía un problema. Es decir dos, pero uno mucho más importante que el otro... Y se fue metiendo, sin quererlo, en un buen lío.
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Un niño le pide a su abuelo que le cuente un cuento sobre un dragón. El abuelo le pregunta que por qué sobre un dragón, y así, a base de preguntas es el niño el que acaba contando su propio cuento sobre un dragón, una princesa y un caballero valiente.
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Caillou es un niño de cuatro años que está muy atento a todo lo que pasa a su alrededor. En este libro, descubre lo divertido que puede ser acampar con el abuelo, a pesar de los extraños ruidos de la oscuridad.
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La niñita de este cuento se llamaba Margarita, pero todos la apodaban con amor, Caperucita. Porque un día Margarita caminaba distraída y vio una caperucita muy sucia y descolorida. Como no tenía abrigo, se puso más que contenta, y desde entonces llevaba su caperucita puesta.
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Una niña encantadora, va a visitar a su abuelita que vive en el centro del bosque. Por el camino, se encuentra con un lobo malvado...
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Charlie y su familia se montan en un ascensor de cristal para ir a la fábrica. Pero el ascensor se sale de órbita y entran en contacto con unos seres monstruosos. Tras vencerlos, surgirán nuevas aventuras.
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La abuela de Ana no quiere que su nieta sea sucia y desordenada como otros niños. Por eso, le cuenta la historia de Cintia Limpia. Pero resulta que tampoco Cintia es perfecta. ¡Y monta un gran lío con los codos!
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Cuando Julia y Trompo están con el abuelo, ocurren cosas increíbles: las sillas crecen; los ahogados viven felices en el fondo del mar, y para zambullirse en un cuadro basta con ponerse aletas y gafas de bucear. No hay nada como tener la cabeza de pájaros...
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