Resulta que Aladino que era un niño muy fino, y no el pobre indigente que imagina la gente, estaba recorriendo su reino en un camello cuando encontró un objeto que no era nada bello.

La niñita de este cuento se llamaba Margarita, pero todos la apodaban con amor, Caperucita. Porque un día Margarita caminaba distraída y vio una caperucita muy sucia y descolorida. Como no tenía abrigo, se puso más que contenta, y desde entonces llevaba su caperucita puesta.

Gustavo, un oso muy lento, con la barriga ruidosa, vio a una mosca y dijo hambriento: "¡Qué cena tan deliciosa!"

Este libro nos muestra un conjunto de relatos en los que sus personajes principales son jóvenes intensos y soñadores. Son historias cargadas de nostalgia y melancolía, pero también con alegría y diversión. En ellas se suele recordar de manera emotiva momentos que de alguna manera marcaron la vida de los protagonistas. El autor propone un juego narrativo en el que lo real y lo fantástico se entremezclan a través de un lenguaje poético, pero siempre justo y preciso.

En un precioso castillo de una primorosa villa perdida en un bosquecillo, nació una fea chiquilla. Sus padres, sin embargo, no la vieron horrorosa. Es más, pensaban que era la princesa más hermosa.