Ficha Libro


17 cuentos y dos pingüinos

¿Qué pasaría si en una calurosa tarde de toros termina navegando un barco en medio de la plaza? ¿Y si unos espaguetis se enderezan al son de la flauta? Cosas así ocurren en estos cuentos. Y es que ser un buen observador es fundamental: de ese modo se sabe, por ejemplo, cómo se las arreglan dos pingüinos para ponerse nombre, si los autos tienen rabo, o porqué resulta sospechoso un señor con maletín.

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Beltrán el erizo

De los tres erizos que han nacido, Beltrán es el más atrevido e inquieto, y por eso desea conocer todo aquello que lo rodea. Su curiosidad es tal que, pese a prometer a su madre que no se alejará, lo olvida... Sin embargo, este afán por hallar respuestas conduce a Beltrán a convertirse en amigo de otros animales y a experimentar cada vez una necesidad mayor de explorar lo que hay más allá del bosque.

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El hombre que ya no tenía nada que hacer

¿La Tierra es realmente redonda? ¿Quién lo ha comprobado? ¿Por qué tenemos que llamar "mesa" a una mesa? ¿No podríamos denominarla "retrato"? ¿Es cierto que América existe? ¿O es sólo fruto de la imaginación de unos cuantos? ¿Qué pasaría si un inventor se aislara tanto que no conociera el mundo de su alrededor? ¿Hay alguien capaz de memorizar absolutamente todos los horarios de los trenes? ¿Quién era el tío Yodok? ¿Y si los humanos pudiésemos olvidar todo lo aprendido?

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El lápiz que encontró su nombre.

La habitación de Cristina es muy normal y en apariencia, está llena de objetos cotidianos para leer, dibujar o estudiar, pero la realidad es otra: entre sus libros está el Gran Sabio, siempre dispuesto a dar con el significado preciso; entre las gomas de borrar, hay una perezosa y egoísta, que se niega a cumplir con sus obligaciones y entre los lápices, uno con dudas sobre su personalidad, pero tan curioso que nada le impedirá alcanzar lo que se propone, aunque peligre su integridad física.

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