Ficha Libro


Pedro el Grande de Rusia

Pedro el Grande: una historia que podría titularse "El zar que quería ser occidental pero que era demasiado ruso para conseguirlo..." Sinceramente deseoso de modernizar a su país, este hombre de ideas ambiciosas fue muy contradictorio en el modo de realizarlas. No entendió que para hacer "moderno" a su país debía darle, ante todo, un poco de libertad. No bastaba obligar a la gente a cortarse la barba o a vestirse a la occidental. El resultado fue que para los rusos la occidentalización forzada tuvo el sabor de un odioso capricho de tirano.

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Peluso

En el manífico mundo de los Peludos, sus habitantes viven felices: Peludo BRuno, Peludo Koni, Peludo Niño... y Peludo Kale. Cuando nació Peludo Dale, como tenía el pelo tan corto, tan chiquitín, su madre lo llamó Peludo Peluso, y así se quedó. O, simplemente, Peluso.

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Pipeto, el monito rosado

En el famosísimo bosque de Vattel´a pesca había una vez una pequeña familia compuesta de siete monos: papá, mamá y cinco monos, no más altos que un dedal. Esta pequeña familia habitaba en las ramas de un árbol gigantesco, en medio del bosque, y pagaba quince ciruelas al año, como alquiler, a un viejo gorila mandón que se había empeñado en ser el casero.

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Pippo el loco

Filippo Brunelleschi, más conocido como Pippo el Loco, es un artista incomprendido que tiene que competir con la popularidad de otro artista por la construcción de la cúpula de la catedral de Florencia. Pippo está convencido de que su proyecto es el mejor, y si consigue que los jueces lo tomen en serio, nadie volverá a llamarle Pippo el Loco, sino Pippo el Genio.

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Piratas de andar por casa

Los abuelos de Parchete habían sido piratas. También su padre y madre fueron piratas, así que parecía evidente que también él debía ser pirata. Y ya era mala pata, porque a Parchete no le gustaba nada el mar. En realidad, no le gustaba el agua en general: ni para beber, ni para bañarse, ni para lavar... Pero sobre todo odiaba el agua del mar.

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Piruleta

Víctor Manuel Meier no está contento con su nombre y decide cambiárselo. A partir de ahora se llamará Piruleta, por su gran afición a las piruletas verdes, que tienen un poder especial cuando, después de chuparlas, están transparentes, y mirando a través de ellas se consigue lo que uno quiere.

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Poemas para las horas y los minutos

Érase una noria (rueda de los parques de diversiones que lleva asientos) con doce asientos en la parte de abajo, y doce en la parte superior, veinticuatro en total. Todos tenían el mismo tamaño. Había duendes dormidos, había duendes despiertos; algunos se levantaban, otros se acostaban; estos cantaban. Y la noria seguía girando y girando sin parar.

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