Estela, sabiéndose argentina de nacimiento, crece en España, en el seno de una familia tradicional. Apenas iniciado el relato, la conocemos feliz, enamorada de Miguel, pilar de su vida, motor de todos sus proyectos. Un padre rígido y autoritario, una madre algo sumisa y una hermana menor conforman su entorno. La vida de Estela se verá transformada cuando aparezca una mujer que, anunciándose su tía, vendrá a revelarle la verdad acerca de su origen: Estela es hija de una pareja de desaparecidos durante la última dictadura militar en la Argentina. Y aquel a quien ella ha considerado siempre su padre es el mismo militar que torturó y dejó morir a su verdadera madre; el mismo que se apropió de tres bebés y los llevó a casa como hijos propios. Esta tremenda revelación la llevará a Estela a la búsqueda de verdad acerca de su pasado, para poder así construir y pensar su futuro.

Tras el ciclón napoleónico, que había llevado a toda Europa las ideas de la Revolución Francesa, príncipes y reyes intentaron volver al pasado absolutista. Se necesitaron duras guerras civiles para que se afirmase el espíritu democrático de los nuevos tiempos. Pero estaba naciendo una sociedad distinta basada en el capitalismo industrial, con todo lo que comportaba de positivo y de negativo. Muchas vidas fueron sacrificadas, no solo en las guerras con las que los pueblos de Europa conquistaban su propia libertad, sino también en la creación de esta nueva economía, dinámica y deshumanizada.

El investigador austriaco Karl Adhel, debido a distintos comentarios realizados en una conferencia pública en Soria, sobre las excavaciones en el extraordinario complejo arqueológico de Tiermes, pierde la confianza de las autoridades sorianas, lo que le impedirá seguir trabajando en el yacimiento. Aprovecha el intervalo para visitar la Sierra del Alba, en el nordeste de la provincia, tierra abandonada lentamente por sus habitantes, en la que viven pocas personas...

"Marcos, nos estamos metiendo en un lío muy gordo", me dijo mi hermana mientras yo abría la puerta de aquella casa. Como si yo fuera idiota y no me diera cuenta. ¡Pues claro que estábamos en un lío! Nos habíamos escapado de casa, nuestra madre debía de estar a punto de descubrirnos, íbamos a allanar una propiedad privada y, para rematarlo todo, la Muerte nos acechaba. Pero la Vieja Carola necesitaba mi ayuda. ¿Y cómo iba a fallarle a mi mejor amiga?

Miguel Hernández, poeta del pueblo, "solo quien ama vuela", como tú decías. Tú volaste muy alto y nos dejaste versos únicos que leeremos siempre. Así tu alma seguirá volando como un pájaro por los altos andamios de las flores. "Querer, querer, querer: ésa fue mi corona, ésa es"