¿Dos chicos enamorados encima de una cornisa? Nadie tiene la menor duda de que pretenden acabar con sus vidas, y el barrio en pleno entra en acción para impedirlo. Claro que no todo es siempre lo que parece.

Camila ya está en su nueva casa con sus padres Cristal y Esteban, que son los mejores padres del mundo. Tiene un nuevo vecino, Alejandro, que es un amor. Rossi y Romaria son sus amigas del alma. Y también está la pequeña Patricia. ¡Ah! Y su abuelo. Camila tiene mil amores.

En una cueva secreta, escondida entre las cascadas heladas por el invierno, cinco jóvenes amigos abren un viejo baúl y liberan una historia que durante muchos años había estado encerrada y olvidada. Un misterio envuelve el pasado de quien decía ser un capitán valeroso, y Vinilla, Pervinca, el joven mago Grisam, la cómica Flox y toda la Banda del Capitán tendrán que descubrir la verdad sobre William Talbooth. Un pasado sepultado que por momentos aparece oscuro y hasta asusta. Sin embargo, la imagen que lentamente se irá formando ante los ojos maravillados del las gemelas y sus compañeros, lo que surge de la niebla del misterio, tiene los ojos y la sonrisa del amor, porque desde que abrieron el baúl, todos en el pueblo parecen tener una historia de amor que contar.

Ernest tiene 10 años y vive con su abuela. Su madre murió al darle a luz y su padre no tardó en desaparecer. Su vida no tiene nada de emocionante: desayuno, colegio, comer, hacer sus tareas, hacer el mismo camino de su casa al colegio, del colegio a su casa. Nada de teléfono, nada de televisión. Su única distracción es tratar de descifrar una misteriosa carta que su abuelo mandó cuando estaba en la guerra. Ernest es buen estudiante. pero un día, Victoire llega a su clase y se fija en él. La vida, tal como la conoce Ernest, está a punto de cambiar cuando recién había cumplido 10 años de edad. ¿Hasta qué punto puede cambiar la vida en un instante? Una historia que habla de las relaciones familiares y la superación de dificultades.

En una ciudad tranquila donde no soplaba el viento, andaba un chico descalzo desarropado y mugriento. Era trabajador, aplicado, eficiente, limpiaba chimeneas y ayudaba a la gente. Por eso siempre estaba sucio y polvoriento. Al verlo le decían: ¿Cómo estás, Ceniciento?